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Oferta y demanda ante la incertidumbre

En un país en el cual la discusión sigue siendo predominantemente económica, podríamos circunscribir el panorama de nuestra actualidad al viejo matrimonio de la oferta y la demanda. Tanto en términos económicos, como en términos políticos.

En materia económica, la inflación sigue siendo el eje central: las previsiones de casi un 6% para el mes de abril, y el desorden de precios sobre todo de alimentos, hacen que la política macroeconómica del gobierno esté pendiendo de un hilo. El hilo de los hechos. A eso, el ministro Guzmán responde: “Un plan es definir un rumbo y aplicar políticas públicas en esa dirección, y eso se está haciendo”. El tema es que “eso” lleva tiempo. Pero sin certidumbre el mercado retrocede, no hay inversión, no hay oferta. La demanda queda trunca, cara y desabastecida.

En materia política, la oferta electoral languidece. Las dos coaliciones mayoritarias no logran dar respuestas a problemas concretos que llevan años. Los perfiles ideológicos se desdibujan en la declaración efectista en redes sociales, en el título periodístico. En la improvisación. Y entonces, la demanda social se inquieta, y empieza a mirar para otro lado.

En la semana, Juntos por el Cambio decidió negar una membresía que Javier Milei no había pedido. Hizo de eso un hecho político. Sobre todo, los socios que están buscando equilibrar las fuerzas internas de la coalición: el radicalismo y la Coalición Cívica. Para ellos, el anuncio fue un triunfo.

“Nosotros somos, desde hace años, el cambio sin anarquía”, expresó en el comunicado la coalición. Milei es aquella anarquía, el anarcocapitalismo de Murray Rothbard y la escuela austríaca, a la que cita cada vez que puede. Con eso, cerraron la puerta que podría darle al candidato libertario algo que todavía no ha podido conseguir, y que le será difícil: un partido político capaz de nacionalizar su figura primero, y de darle gobernabilidad después, si ocurriera lo insólito.

La cuestión es si Milei es importante por Milei o porque está arrastrando a todo el arco político a un nuevo juego, más brutal, más agresivo, como en una especie de efecto sistémico del que no pueden escapar los que disputan ese mismo electorado.

El otro interrogante, todavía más incierto, es qué es el discurso de Milei. ¿Será realmente la expresión de una demanda de los votantes argentinos hastiados de la actual oferta? ¿Será un divertimento para los medios , encuestas y redes que no tendrá eco electoral? Por ahora, con poco más de 14 puntos en Capital Federal, la amenaza al sistema parece improbable. Salvo que, más allá de cualquier nombre propio, sea el sistema lo que entró en una crisis insalvable, entonces no importa cómo se llame, habrá terreno fértil para la locura.